Portugal, viajes

Este 2020 no será el que recordemos por descubrir rincones en la otra punta del mundo. Pero a veces no hace falta recorrer miles de kilómetros para encontrar el destino soñado. Al viajar cerca vemos lugares que al pisar nos preguntamos cómo estando tan próximos aún no los conocíamos. Eso me pasa con Portugal. Cada vez que estoy en nuestro país vecino vuelvo con ganas de seguir recorriéndolo. La amabilidad de su gente, los paisajes, la comida…

Cuando acabó el confinamiento organicé varios viajes con amigas, todos con posible cancelación en función de los rebrotes. En cuanto una de ellas me propuso ir a Coimbra y Aveiro no lo dudé. Solo había estado en Oporto, tres veces. Y las tres volvía con ganas de más. Esta vez he tenido la misma sensación.

Comenzamos la ruta en Aveiro, pasamos allí dos días. Es conocida como la Venecia de Portugal por sus canales con barcas. Y también como la ciudad del Modernismo en Portugal, donde las fachadas Art Déco comparten escenario junto a los famosos azulejos.

azulejos y canales aveiro

la venecia portuguesa

En los alrededores se encuentra la playa de Barra, la más cercana, donde se puede ver el faro da Barra, el más alto de Portugal. Y también la playa de Costa Nova, famosa por sus casas de colores. En esta zona no nos pudimos bañar ya que fuimos un día en el que el mar tenía mucho oleaje. Como dato curioso, las casas de rayas verticales eran el lugar en el que los pescadores guardaban antiguamente el material.

casas de colores aveiro playa de aveiro

Pasamos los dos últimos días del viaje en Coimbra. Conocida por su Universidad Patrimonio de la Humanidad. Pero Coimbra es mucho más. Sus estrechas y empedradas calles que forman el casco antiguo, el río, el ambiente que se respira, los fados, los músicos que tocaban en las calles y un largo etcétera nos dejaron con ganas de más. De seguir recorriendo sus estrechas callejuelas medievales y degustando su gastronomía. Porque Coimbra es una ciudad que puedes ver en dos días, pero a la que también le puedes dedicar mucho más tiempo. Coimbra tiene la combinación perfecta de ciudad joven y cultural. Es una ciudad universitaria llena de monumentos históricos.

Nos alojamos en el hotel Oslo Coimbra. En su azotea tenéis las que son posiblemente las mejores vistas de la ciudad. El hotel se encuentra muy bien ubicado y el personal fue encantador, con todas las medidas necesarias por el COVID. Nos hicieron sentir como en casa. Vimos atardecer desde la última planta antes de ir a recorrer de nuevo el casco antiguo.

La biblioteca Joanina es otro de los imprescindibles de Coimbra. Fue el escenario elegido para rodar algunas escenas de la Bella y la Bestia. Dentro de la biblioteca, que se encuentra en un perfecto estado de conservación, hay murciélagos. Estos ayudan a conservar los libros lo mejor posible, ya que se comen a los insectos.

Otra visita obligatoria son las dos catedrales de Coimbra. La Catedral Vieja o Sé Velha, del siglo XII, de estilo románico; con pequeñas modificaciones en el XVI en estilo renacentista. La Catedral Nueva o Sé Nova, que comenzó a construirse en el siglo XVI y terminó en el XVIII, por eso mezcla los estilos manierista en la parte inferior y barroco en la superior.

Tampoco podíamos dejar de ver la Plaza del 8 de Mayo, donde está la Iglesia de Santa Cruz. Y por último, cruzar al otro lado del río Mondego y admirar la ciudad.

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